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Guatemala - México

Activismos cotidianos

Es probable que cuando se hable de activismos antiespecistas se piense en una dieta vegetal vegana o en grandes acciones colectivas como los rescates y la creación de santuarios. Sin embargo, existen otras prácticas que han adoptado las activistas en el proceso de devenir antiespecistas, pues la lucha por la liberación animal se da de muchas maneras, algunas tienen que ver con acciones directas que afectarán a ciertos animales y otras, como evidencié en la sección anterior, con cambiar ideas sobre el resto de lxs animales en el imaginario social.

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En concordancia con el lema feminista “lo personal es político” (Hanisch, 1969), considero que las feministas veganas y antiespecistas llevan a la práctica esta consigna desde la cotidianidad en sus ámbitos de incidencia. El objetivo es incidir en el contexto a través de lo que podrían considerarse como pequeñas acciones cotidianas para influir directamente en las personas con quienes se involucran a través de mensajes sobre cómo ven la vida desde una perspectiva feminista y antiespecista, postura que conectan algunas activistas a su vez con otras cosmovisiones y compartiéndoles, además, las prácticas que han adoptado para respetar las vidas de otrxs animales 🪲.

🐞Pensando en la cotidianidad de estos activismos y los contextos situados en los que se dan expongo, a continuación, tres ejemplos de lo que denomino “activismos cotidianos” que engloban acciones que podrían considerarse sutiles o pequeñas, pero que claramente tienen una intención y producen efectos.

Los mosquitos son insectos que pueden llegar a ser muy molestos por el ruido que hacen las hembras y por las picaduras, y porque además pueden contagiar enfermedades. Diversos son los mecanismos para deshacerse de ellxs, pienso en plantas y ciertos aromas para ahuyentarlos, hasta en esas raquetas electrificadas que cuando los mata producen un olor similar al de la carne asada. Pues bien, Liliana me contó que, en su casa junto con Jesusa, su pareja, decidieron respetar la vida de los mosquitos. Para ello, han tenido que ser creativas y salirse de la comodidad de usar artefactos como los descritos y encontrar cierta armonía para cohabitar con ellxs.

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Liliana y Jesusa viven en un área rural de México por lo que además de lxs animales que cuidan conviven con otros con quienes comparten el espacio, el hábitat.

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Subrayo el énfasis que hace Liliana respecto a que este día fue importante para ella porque le ha demostrado que vivir una vida antiespecista es cada vez más y más profunda, cargada de sentido en términos de convivencia entre diferentes vidas. Lo que interpreto como un devenir antiespecista procesual en el que cada día va siendo una oportunidad para aprender y reconocer y valorar las vidas de aquellxs otrxs con quienes se comparte el espacio vital, lo que resulta en prácticas antiespecistas situadas.

Nydia trabaja en una escuela dando clases de danza y otras artes escénicas, trabaja con niñxs pequeñxs y mayores. Al igual que donde vive Liliana, la escuela es un espacio donde habitan diversos seres, es un espacio compartido entre distintas formas de vida que tienen necesidades diferentes y de quienes a veces intencionalmente, o no, aprendemos algo. Sin embargo, el especismo ha hecho que ciertas vidas no tengan valor para lxs humanxs, por lo que hay esfuerzos sistematizados para asesinarles, pienso en lo que llamamos “malas hierbas” en referencia a plantas que no se ven estéticamente como lo esperado y sobre animales considerados “plagas”.  Y es que tenemos esquemas para clasificar a lxs animales a partir de ciertas experiencias humanas: presa, depredador, plaga, mascota, comida (Joy, 2013).

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Desde mi propia experiencia como maestra de niñxs pequeñxs, la enseñanza implica que formen desde la cotidianidad ciertos hábitos y que, a través de un currículo oculto, influimos en ellxs de acuerdo con la propia forma de ver la vida y de respetarla o no. Es así como al contar con una maestra feminista y antiespecista inevitablemente se aprenderán distintas maneras de situarse respecto de las otras vidas. Este es el caso de Nydia, quien, con pequeñas lecciones y mensajes, que no forman parte estrictamente de su planificación de clases, pero son parte del currículo oculto, va enseñando a lxs niñxs a reflexionar sobre la vida de otrxs y el respeto que se merecen, incluyendo la vida de animales “temibles” o “despreciables” que consideramos “feos”, “plagas”, etc.

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Marta Tafalla explica que una apreciación superficial de lxs animales es aquella que se hace con base a lo que desearíamos que fueran, no respecto a quienes son realmente y una manera de usar a lxs animales alter-humanxs es la instrumentalización estética por la cual se les reduce a ornamentos (Tafalla, 2000), lo que como consecuencia crea una organización de animales que nos gusta ver y otros que nos parecen feos, asquerosos, repugnantes, que dan miedo, que nos hacen daño, que queremos eliminar.

Poli actualmente es nómada. Con Vera (su van-hogar), Ufo (su pareja) y Tamal (su compañero perro)𐤲 viajan por todo México haciendo activismo antiespecista por lo que tienen la dicha de conocer lugares hermosos y de convivir con múltiples seres. Desde pequeña, Poli ha defendido la vida de lxs insectos, son sus favoritos.

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Resalto la atracción que Poli siente respecto a lxs insectos de manera que se acerca a ellxs desde el respeto; establece un vínculo, devuelve la mirada. Su acercamiento no se convierte en captura, en amenaza. El cuerpo de Poli interactúa con el de la otra bicha en continuo respeto por sus intereses de manera que en el momento que lxs insectos deciden irse lo hacen y ella no los detiene. Haraway explica que devenir-con especies compañeras implica una respuesta, el acercamiento sin miedo al ataque en este caso; desde el respeto que es estimarles, notarles, considerarles, devolverles la mirada (2019a).

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Acercarse sin miedo a lxs bichos que el especismo categoriza como peligrosos, feos o insignificantes es lograr vislumbrar al ecoanimal. Marta Tafalla propone una estética ecoanimal para la apreciación de lxs animales como parte de la estética de la naturaleza (disciplina filosófica) ya que los entornos están habitados por animales, no solo montañas, ríos, minerales, entre otros; por lo que es primordial comprender y apreciar a otrxs animales desde la estética, ya que:

Los animales resultan esenciales por la sencilla razón de que son sujetos, de que experimentan subjetivamente lo que les sucede, y es desde la subjetividad desde la que perciben los ecosistemas que habitan y también nosotros. Apreciar animales añade algo que no hallamos al apreciar una montaña o río: que los animales nos devuelven la mirada o que se esconden de nosotros antes de que los veamos […] esa mirada devuelta puede regalarnos experiencias estéticas extraordinarias (Tafalla, 2000, p. 15).

Con el ánimo de no romantizar los activismos, es importante resaltar que estos ejemplos de acciones cotidianas son prácticas antiespecistas situadas de acuerdo con las necesidades y posibilidades de las activistas; ya que, si bien no todas querrán defender a mosquitos o cucarachas, lo común de estas prácticas es que buscan cohabitar desde el reconocimiento y apreciación de la vida de otrxs animales y su derecho a existir. Estas prácticas hacen visible que cuando devenimos-con, como parte del proceso antiespecista, desaparece la pulsión de querer eliminar al otrx animal por “feo”, “dañino” o “molesto”. Devenir antiespecista implica conocer(nos)-con lxs animales alter-humanxs, apreciar(nos). Este conocimiento resulta en la capacidad de poder apreciar genuinamente sus vidas como lo plantea Tafalla (2000), valorarles de acuerdo a lo que realmente son y no a partir de intereses estrictamente humanos.

En contextos latinoamericanos sabemos que no siempre se puede coexistir con otrxs bichos desde el respeto a sus vidas, pues la pobreza, las enfermedades y las muertes tienen estrecha relación con lo que el pensamiento especista ha definido como “plagas”. Sin embargo, si se ahonda en las relaciones humanas respecto a su entorno se podrá vislumbrar que precisamente la incidencia humana es la que ha propiciado los cambios en los hábitats y como consecuencia provoca enfermedades resultado de las “plagas”. Un ejemplo, entre muchos, es el de la enfermedad Zika causada por el virus ZIKV, la cual es transmitida a través de la picadura del mosquito Aedes infectado. La enfermedad es usualmente leve (Organización Panamericana de la Salud, 2018); sin embargo, desde un análisis con enfoque de género esta enfermedad afecta negativamente a las mujeres y sus derechos reproductivos y sexuales. Las mujeres que lamentablemente se infectan del virus durante el embarazo corren el riesgo de que lxs neonatxs nazcan con microcefalia así como también síndrome Guillain-Barré, por lo que la interrupción legal y segura del embarazo debería estar permitida cuando se comprueba dichas afectaciones (Chávez Ángeles et al., 2017). La Organización Panamericana de la Salud alerta que los procesos de urbanización no planificados impulsan la propagación de los mosquitos Aedes ya que prefieren entornos urbanizados y cálidos, buscan acumulaciones de agua en los hogares para reproducirse (Organización Panamericana de la Salud, 2023).

Acciones cotidianas

Las acciones cotidianas, quizás pequeñas y sutiles, pueden no ser reconocidas como activismos por las feministas antiespecistas pues se perciben como parte de su estilo de vida. Sin embargo, desde un análisis antiespecista son una forma de activismo ya que tienen consecuencias sociales. Yo misma me veo reflejada en estas experiencias cuando voy caminando con mi pareja y nos detenemos para no pisar a algún bicho o para recogerlo y quitarlo del peligro que corre al estar en el supuesto camino de lxs humanxs (digo supuesto pues en la mayoría de los lugares lxs humanxs son quienes han invadido los hábitats de otrxs) y los trasladamos con delicadeza hacia algún árbol o planta fuera del riesgo de las pisadas humanas. No suelo hablar al respecto, ni procuro explicarlo, solo surge, tampoco enuncio que mi activismo es rescatar bichos que encuentro en mi camino. Son prácticas que, de manera muy orgánica, adoptamos desde la mirada antiespecista respecto a las vidas de otrxs. Tampoco afirmo que solo las personas antiespecistas tienen estas prácticas.

 

Los activismos cotidianos, en tanto se desenvuelven en la dimensión cotidiana de la vida, pueden enseñar mucho ya que a través del ejemplo llegan a afectar al entorno animal (humano y alter-humano), pueden causar asombro y ojalá hasta la reflexión sobre el porqué rescatar a un bicho tan pequeño, sobre por qué posicionar su vida como importante de cuidar.  Hablo de asombro, porque creo que son pequeños actos que quizás no son entendidos desde la mirada especista. Estas afectaciones en el entorno inmediato contribuyen a normalizar otras formas de vivir que inciden para cambiar las normas hegemónicas antropocéntricas y especistas. Por tanto, este tipo de activismo es  una forma importante de resistir al especismo desde el dominio de poder hegemónico y el interpersonal (Collins, 2000).