A continuación, expongo tres tipos de activismos antiespecistas: contra la explotación animal; para su protección y a favor del cambio ontológico. Estas tres categorías son solo un intento de ahondar en sus características porque las tres se interrelacionan y responden al quiebre ontológico del devenir antiespecista al que referí anteriormente.
Como consecuencia de las experiencias generadoras del devenir antiespecista, uno de los primeros activismos que surgen es el que se opone al carnismo y a otras formas de explotación animal. Las acciones en este tipo de activismo se concentran en develar el funcionamiento de las industrias en cuanto al (ab)uso de otrxs animales y a plantearse formas distintas de relacionarse basadas en el respeto de sus vidas, de ahí la adopción del veganismo como principio de vida.
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Las decisiones personales, hechas públicamente visibles a través de activismos, permiten, desde los feminismos, la politización de las relaciones que mantenemos con otrxs animales develando que tanto el sexismo como el especismo son engranajes del mismo sistema de dominación patriarcal; por esto, los activismos de las feministas antiespecistas invitan a oponerse a la explotación animal posicionándola como violencia patriarcal. Por ejemplo, una forma de impulsar cambios personales, que son a la vez políticos, en otras personas para cambiar la cultura especista es visibilizar alternativas de consumo en la alimentación.
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Como proceso complejo, el devenir antiespecista, se ve reflejado en los cambios de alimentación, en procesos formativos sobre antiespecismo, veganismos, otrxs animales y en los cambios de subjetividad al empezar a nombrarse públicamente como veganas. Los resultados del cuestionario en línea muestran que de 249 activistas a favor de lxs animales, 164 habían adoptado una alimentación basada en plantas y 83 una vegetariana (lo que indica que aún consumen ingredientes lácteos o huevos). Además, muchas de ellas (139 activistas) también dedican esfuerzos importantes para formarse sobre temas relacionados a la liberación animal y el antiespecismo.
Para algunas feministas visibilizar su alimentación vegetal y nombrarse antiespecistas no son activismos; sin embargo, estas acciones las posiciono como activismos ya que podrían incidir en el dominio de poder interpersonal de otras personas, así como también en el hegemónico, ya que contribuyen a cuestionar la justificación de la explotación animal.
Saliendo del nivel interpersonal de la toma de decisiones y (des)aprendizajes se encuentran los activismos para beneficiar, defender y proteger a lxs animales a través de diferentes mecanismos. Estas acciones buscan cambiar los marcos jurídicos de los países con leyes que respondan al quiebre ontológico antes mencionado, para que así los animales dejen de objetivarse y se les reconozca como seres sintientes, sujetos de derechos. Este cambio de concepción de lxs otrxs animales reflejado en leyes daría como resultado la prohibición de prácticas antiespecistas como la experimentación, las peleas de gallos, las corridas de toros, los rodeos, entre otras.
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Aunado a esto, también se busca la creación de leyes que garanticen el bienestar de lxs animales a través de la prohibición de ciertas actividades humanas como, por ejemplo, la pirotecnia, la destrucción de sus hábitats, los sacrificios cuando se les relaciona con enfermedades humanas, entre otras. La tipificación del maltrato animal como delito y la prohibición del (ab)uso de animales en circos y otros espectáculos también forman parte de la búsqueda del bienestar animal.
A mi entender, los activismos contra la explotación y los que están a favor de la protección animal tienen en común dos elementos: la construcción de nuevas relaciones basadas en la ética animal feminista y el reconocimiento de que otrxs animales tienen corazón.
La ética animal
De acuerdo con Angélica Velasco Sesma (2017a), la ética animal como cuestión ecofeminista parte de las conexiones entre la dominación por género y la de especie. Es una ética que supera el androcentrismo de teóricos muy conocidos de liberación animal, ya que reconoce la importancia de “las emociones y las virtudes del cuidado, entendiéndolas como parte constitutiva de la moral, y no como aspectos femeninos inferiores” (2017a, p. 100).
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Los cuidados son pues esenciales en la ética animal reivindicada por el ecofeminismo animalista. La ética del cuidado contribuye a la animalista porque a través de responsabilidad, empatía y cuidados se establecen nuevas relaciones con otrxs animales tomando en cuenta el contexto y visibilizando la interconexión que las humanas tenemos con el resto de lxs seres vivos (2017a). “Las ecofeministas abogan por intensificar las prácticas vinculadas a la ética y la política del cuidado que reconozcan las interdependencias sociales y ecológicas como principios fundacionales de una nueva organización social” (Herrero, 2018, p. 24), tal como lo explican las ontologías relacionales de los pueblos de Abya Yala.
💡 De acuerdo con Velasco Sesma la lógica de dominación, desde la perspectiva ecofeminista, permite establecer vínculos conceptuales entre los distintos sistemas de dominación. La ética animal ecofeminista también reconoce que hay otras conexiones entre la violencia contra las mujeres y lxs animales alter-humanxs; por ejemplo, cuando se daña y asesina a animales en compañía para dañar a las mujeres. Por otro lado, a través de la “política sexual de la carne” a que refiere Carol Adams (2016), sabemos que tanto animales como mujeres son objetos de consumo para el patriarcado especista (Velasco Sesma, 2017b).
💡 Para Velasco Sesma la ética animal, desde la perspectiva feminista, enriquece la filosofía moral al integrar elementos infravalorados por considerarlos femeninos, tales como el cuidado, ya que lxs seres humanxs no son solo racionales sino también emocionales (Velasco Sesma, 2017a).
Como resultado del devenir antiespecista se genera un quiebre ontológico que nos permite configurar el mundo a partir de nuevas relaciones con otrxs animales, pues la supremacía humana del pensamiento dominante, occidental y colonial es desplazada para dar lugar a otras concepciones que construyen mundos otros más animales (Fernández Aguilera, 2018b).
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Reconocernos animales no solo nos permite vernos en conexión con otrxs, sino que contribuye a reducir el “abismo ontológico entre humanos y no humanos” (A. H. Puleo, 2010, p. 14). De acuerdo con Puleo (2010), grandes científicas han demostrado el continuum entre la vida humana y el resto de seres, un ejemplo de esto es el trabajo de las primatólogas que a través de la empatía con los primates (nuestros parientes más cercanos) generaron datos que hicieron cuestionar las identidades humanas como excepcionales.
Sostengo que en la actualidad existen diversos activismos promotores del cambio ontológico que implica reconocer a lxs animales alter-humanxs como sujetos con corazón. Este tipo de activismo promueve el reconocimiento legal del resto de lxs animales como sujetos de derechos y no objetos.
💡 El primer caso es el de Sandra, la orangutana que el 21 de octubre de 2015 fue reconocida como sujeto de derecho y no objeto, la primera orangutana en el mundo en lograrlo. Esta sentencia fue emitida por la jueza Elena Liberatori, quien en el proceso estableció un vínculo cercano con Sandra. Como resultado debía garantizarse que Sandra viviera en las condiciones de su hábitat natural y ha sido Liberatori la que en todo momento ha acompañado a la orangutana en su liberación. En primera instancia el zoológico donde vivía fue cerrado al público lo que finalmente le brindó un poco de tranquilidad a Sandra, pero el encierro seguía deprimiéndola. No fue hasta 2019, tras 33 años de cautiverio, Sandra fue trasladada finalmente al santuario Center of Great Apes, en Florida, Estados Unidos (E. González, 2019; Jara, 2024; Redacción iJudicial, 2020).
El segundo caso es el de Cecilia, una chimpancé, última sobreviviente de un grupo de primates que habían muerto en el zoológico de Mendoza, Argentina. El 4 de noviembre de 2016 la jueza María Alejandra Mauricio admitió la petición de habeas corpus para que Cecilia se le permitiera trasladarse a un santuario en Brasil, después de constatar las condiciones deplorables en las que habitaba: una jaula de cemento sin higiene y en soledad después de la muerte de sus compañeros Charly y Xuxa. Cecilia fue declarada “sujeto de derecho no humano” gracias a la lucha de la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (Afada). “Lo que hace el ‘habeas corpus’ es descosificar a los animales y ubicarlos en el lugar que les corresponde, reconociendo sus derechos” afirmó Pablo Buompadre, presidente de Afada. La querida Cecilia se convirtió en un referente de liberación animal el 4 de abril de 2017 cuando por fin arribó al Santuario Grandes Primates de Sorocaba en Brasil (Jara, 2019; Natural, 2016).
Estos dos casos son importantísimos en cuanto establecieron el antecedente, no solo en Argentina sino también para América Latina, del reconocimiento de lxs animales como sujetos de derecho mediante el mecanismo habeas corpus. Además, se pudo evidenciar en Argentina el sufrimiento y la crueldad animal que viven los habitantes de los zoológicos lo que resultó en la ley de ecoparques.
Otra forma de activismo que promueve un cambio en la concepción del resto de lxs animales es la que pone el énfasis en la forma en que nos expresamos. He explicado al inicio de esta investigación que nombrar a otrxs animales ha sido personalmente un proceso de (des)aprendizaje y que por ello he adoptado varias formas para referirme a ellxs procurando que sea de manera respetuosa reconociendo su corazón. Por esto, cuestionar nuestro lenguaje, adoptar uno nuevo en incluso “inventar” expresiones antiespecistas es parte de nuestro activismo.